Lanús se llevaba un triunfo que lo prendía arriba pero Cobo lo empató en el final. Igual, Olimpo no festejó mucho: si ganaba salía de la Promo y quedaba segundo.
Sugestiva la propuesta de fútbol en Guidi y Arias para la resaca del lunes. Lanús y Olimpo hicieron un partido interesante. Más allá del 1 a 1 final, Schurrer y De Felippe pueden dormir tranquilos: sus equipos intentan jugar a algo. No es poco para los tiempos que corren reconocer una tentativa de este orden. Más meritorio tal vez sea lo de Olimpo, considerando urgencias y matemáticas. Los de Bahía le escapan a la maquinaria de la supervivencia, ésa que tiene como premisa sacar puntos lo más barato posible. No. Olimpo pelea el descenso con dignidad, intenta jugar por abajo y para un 4-3-1-2 definido en cancha de Lanús. Y los de Chucho Schurrer, sin inquietudes por el álgebra, muestran el afán por conseguir un juego depurado. Tienen con qué. El sustento de esas aspiraciones es válido con Valeri y Regueiro como extremos y Camoranesi (por momentos) y Guido Pizarro como volantes interiores.
Los técnicos pueden estar tranquilos, decíamos, pero el fútbol nuestro y el reinado déspota de los resultados seguramente habrá conspirado contra eso. El punto, técnicamente, no es bueno para ninguno. Olimpo lo empató en el final con ese cabezazo de Cobo (Marchesín salió muy mal y le quitó valor a una atajada previa monumental a Furch), pero en la última lo pudo haber ganado en un contragolpe dos contra dos. Si Salom conectaba el centro atrás de Litre, los de Bahía se empinaban en ese doble estándar tan disonantes: salían de la Promoción y quedaban escoltas de Vélez. Pero no.
Peor aún fue el punto para Lanús, claro. Por lo que escenifica en las tablas y por cómo se dio el partido. Si ganaba, se prendía en la pelea por el Clausura y quedaba cómodo como aspirante a entrar en la Sudamericana. Pero el disgusto final se explica porque Lanús fue más que Olimpo en los 90, porque le hacen el gol al final, porque tuvo más chances de gol, con Leandro Díaz pivoteando arriba y creándose sus espacios, con Valeri y Regueiro que entendieron que el campo estaba para pegarle desde afuera (no, no llovió, pero hubo abuso del riego en la previa). También lo entendió Romero, que entró bien y clavó el 1 a 0 transitorio. Pero lo empató Cobo. Nada que ver con el vice que transformó en cliché el término que titula este comentario. Nada que ver, pero en definitiva el punto fue no positivo para ninguno.
Fuente: Olé