Imputar al maquinista y al guarda de la formación que chocó en la tragedia de Once y dejar, hasta el momento, impunes a funcionarios nacionales y a los dueños de TBA muestra, nuevamente, que la Justicia comenzó a buscar responsables de una tragedia que dejó 50 muertos por el escalafón más bajo
La decisión del juez Claudio Bonadio de imputar al maquinista y al guarda de la formación que conducía y que tuvo el trágico desenlace en Once abrió grietas que muestran, una vez más, que los poderosos, a priori, son impunes.
Qué responsabilidad tiene un laburante que se levanta todas las mañanas para conducir locomotoras que tienen más de 60 años de antigüedad y que sus propios compañeros que hacen las reparaciones reconocen que “los repuestos no se consiguen, los trenes se arreglan, lamentablemente, con lo que haya a mano”.
Para la Justicia Marcos Córdoba, el maquinista que conducía la formación 3.772 de la línea Sarmiento que se accidentó el miércoles en la estación de Once, es, en principio, uno de los principales apuntado. A tal punto que luego de permanecer más de 24 horas en terapia intensiva y de haberse salvado milagrosamente no puede recibir la visita de sus familiares porque está imputado en la causa.
Luego de habérsele realizado el estudio de alcoholemia se comprobó que el trabajador de TBA no tenía alcohol en sangre al momento de los hechos, a pesar de esto sigue incomunicado.
Mientras tanto, en algún lugar del mundo los hermanos Sergio y Mario Cirigliano siguen disfrutando de los beneficios de ser allegados al Poder de turno, tanto Judicial como Político.
Los incansables negocios entre el kirchnerismo y la familia Cirigliano parece volver a ponerse en un lugar fundamental y hacer que esta ola mediatica por lo ocurrido se vaya lentamente alejando.
Ayer Roque Cirigliano apareció en la estación de la tragedia asegurando que el servicio “es aceptable”, a los pocos minutos y ante la reacción de los usuarios de TBA se tuvo que retirar porque los insultos no paraban de llegar. Claro, Cirigliano se fue escoltado por la policía, pero no para ser detenido sino para resguardarlo de algunas represalias.
Luego de este hecho el Gobierno anunció que quiere se querellante en la tragedia ferroviaria, pasando hacer una especie de victima de la tragedia del miércoles a la mañana.
De qué manera el kirchnerismo podrá ser querellante de una causa en la que debería estar implicado porque en ningún momento supo, o no quiso, escuchar las advertencias de la Auditoria General de la Nación que encabeza el radical Leandro Despouy, sobre las irregularidades de la empresa.
Schiavi y Julio de Vido, por orden de la Presidenta, se sentaron en un escritorio ante la prensa intentando defender a TBA. El secretario de Transporte, por ejemplo, señaló que “faltando 40 metros los frenos andaban”, pero no dijo que, según confiesan los mismos empleados de TBA, el tren fue sacado del taller porque se había roto otra formación y debían solucionar el tema del transporte en hora pico. Tampoco Schiavi indicó que las barras de contención que están en los ándenes de todas estaciones terminales están vencidas porque no se le hace el mantenimiento adecuado. Y también hizo caso omiso a que, tal se pudo apreciar en el tren, el maquinista utilizó todas las opciones de frenado y sin embargo no pudo detener la marcha.
Esperemos que, una vez más, la Justicia y los dirigentes políticos no oculten a los verdaderos responsables de esta tragedia que dejó a decenas de madres sin hijos, a decenas de padres sin hijos, a decenas de hijos sin padre, a decenas de hijos sin madre, etc,etc. Y que realmente se haga lo que se debe hacer.
El Gobierno también debe tener autocrítica y algunos funcionarios deberían renunciar porque por impericias de ellos esto ocurrió. Y sobre la familia Cirigliano qué decir. La Justicia debe actuar con todo el rigor para que estas personas que explotan los servicios de transportes públicos no sigan juntando y comprando dólares, y haciendo morir gente. Por eso, y aunque suene reiterativo, la Justicia tiene que comenzar desde lo más alto del escalafón.
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