Acompaña a su amigo Sebastián de Caro en 20.000 besos. Habla del proyecto del padre Mugica, la actuación para vencer la timidez y el cierre de su productora.
Por: INFOnews
TODO SHOW
La sala es un rectángulo poco poblado con un piso de los que crujen en tonalidades diversas según el pesaje de quien lo transite. Hay sillas de esas que a la vista son incómodas, pero que en el resultado final se adaptan de manera ergonómica a tu vida. También hay una luz de las que sólo entran luego de atravesar un ventanal de una casa chorizo. Algo así como un reflejo de interiores o un albor de campo en plena ciudad. Gastón Pauls se deja caer contra el respaldo y pregunta por la comodidad de su entrevistador. Dice estar cansado de una jornada laboral del día anterior, pero se muestra amable. Tiene un buraco en el bíceps de su manga corta que para cualquier persona se llamaría agujero. Pero no. En el actor, con el que podemos armar un tríptico –Montaña Rusa, Nueve Reinas y Todos contra Juan– entre lo popular, lo talentoso y el culto, parece un detalle.
Son las once de la mañana de un martes y en dos días se estrena 20.000 besos, la película que dirige su amigo Sebastián de Caro y en la que el actor interpreta a Goldstein, el compañero fumón del protagonista –homenaje al The Dude de Jeff Bridges en El gran Lebowsky–. Una comedia simple –como buena palabra– donde el actor principal –interpretado por Walter Cornás–, luego de separarse de su mujer, se reencuentra con sus amigos y a partir de ellos comienza a recuperar todo lo que había olvidado. Una historia de amor. O como cita Pauls a Cortázar: “‘Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio’. Esa frase es la película. Dios se debe cagar de la risa cuando las personas se van juntando. Porque en todas las relaciones pasa más o menos lo mismo. Primero el placer extremo, luego la meseta y más tarde una caída que todos queremos evitar. Pero lo atractivo de la peli es ver cómo el protagonista puede sentirse atraído por una mujer que considera una estúpida. Y eso a mí me pasó. Y a alguien que estuvo conmigo también le debe haber pasado”.
–Por su condición de amigos, ¿el guión lo aceptaste con los ojos cerrados o lo leíste más en detalle?
–Lo leí, pero tenía que ser muy malo para que no lo acepte. Y de él no podía esperar eso. Cuando terminé de leerlo, no tuve dudas. Para mí era hermosa la posibilidad de compartir algo así con él. La película logra un equilibrio genial con una historia llana. La separación de un pibe y su derrotero en el que no falta el mundo freak de Sebastián con sus muñequitos de Star Wars y toda la historia.
–La película se estrena en doce salas cuando hay otras que ocupan doscientas. ¿Qué te pasa ante esa realidad?
–Todos contra Juan promedió 4 puntos. Y nunca me puse a “manijear” a la prensa para conseguir otra cosa. Era una serie con un tipo de humor para un grupo de gente que lo podía seguir. Con esta película pasa lo mismo. No todos saben quién es Darth Vadder. Y es una lástima que algunos no sepan lo que es “El lado oscuro de la fuerza”, porque ahí se está contando al ser humano. Los recovecos más oscuros y más claros, pero no lo saben todos.
