Cristina Fernández de Kirchner realizó movimientos previsibles. Lo que viene también lo es: a partir de ahora, lo peor de los últimos 2 años. Una fórmula perfecta para crear una crisis de proporciones. A prepararse.
Ocupará el cargo de Ministro de Economía, por primera vez en la historia argentina, un economista neomarxista; el Banco Central será conducido por un hombre que sabe obedecer y el Banco Nación pasará al poder de lo más graneado de La Cámpora.
por CLAUDIO M. CHIARUTTINI (para Urgente24)
Volvió Cristina Fernández. Y, tal como adelantamos el domingo 17/11, no lo hizo tibiamente más allá del “video hogareño” de su discurso y la presencia del mamífero canino bebe y del mundo testigo de las internas gubernamentales, el pingüino de felpa.
Fue una reconfirmación a la heterodoxia económica kirchnerista y un burdo intento de frenar la fuga de peronistas lo que intentó hacer Cristina Fernández con sus cambios de gabinete de ministros. Queda claro que, para la Presidente de la Nación y sus colaboradores más cercanos, la derrota en las urnas de octubre pasado fue porque el Gobierno no avanzó en la “profundización del modelo”.
Por eso, ocupará el cargo de Ministro de Economía, por primera vez en la historia argentina, un economista neomarxista; el Banco Central será conducido por un hombre que sabe obedecer y el Banco Nación pasará al poder de lo más graneado de La Cámpora.
De esta forma, Cristina Fernández sigue el mismo paso de sus antecesores. Raúl Ricardo Alfonsín, a partir de la crisis de 1987, se encerró más en el círculo de los íntimos del radicalismo. Carlos Saúl Menem, ante sucesivos problemas, siempre fue cerrando más su grupo (Alberto Kohan, agradecido). Los dos, al igual que Néstor Kirchner, siempre doblaban la apuesta. Y la Presidente de la Nación siguió el mismo sendero.
Los ganadores son obvios: Axel Kicillof se quedó con el Ministerio de Economía, a Hernán Lorenzino le permitieron escapar, aunque él se quedó con el negocio del posible acuerdo con los holdouts (sin duda, hoy, una prioridad presidencial) y tendrá un cargo honorífico como es el de embajador ante la Unión Europea (que ya tuvo en ese lugar a Roberto Lavagna); Juan Carlos Fábrega (quien recibió como pago a su fidelidad la titularidad del Banco Central, un cargo que nunca soñó y no está claro que haya deseado alguna vez); y Juan Ignacio Forlón, actual titular de Nación Seguros, asumirá al frente del Banco Nación (lo que implica que el banco más grande que existe en la Argentina será conducida por un hombre de La Cámpora).
Un párrafo aparte merece Jorge Capitanich, quien vuelve a la Casa Rosada en el mismo cargo que tuvo en el pasado, Jefe de Gabinete. Para muchos, será su trampolín para intentar convertirse en el heredero de la Presidente de la Nación. Sin embargo, el cargo es sólo una prueba para ver si ella o él levantan en las encuestas y es un guiño para aquellos que reclamaron la peronización del Gabinete Nacional.
Ahora, si en 6 meses Jorge Capitanich no tiene un trabajo descollante en la Casa Rosada, no consigue el apoyo del grueso de los gobernadores e intendentes peronistas y no levanta en las encuestas, Sergio Uribarri espera detrás de la puerta para tomar su lugar.
Los perdedores son claros: Juan Manuel Abal Medina (hijo), Mercedes Marcó del Pont y Norberto Yahuar fueron aplastados por Cristina Fernández. Ni siquiera les dieron asientos alternativos. El llano es su destierro. ¿Qué pecados cometieron?
La reforma política que planteo en 2009 llevó al joven politólogo a la Jefatura de Gabinete, allí nacieron las PASO (que el Gobierno se prepara para eliminar), que fueron claves en excelente despliegue en las urnas del UNEN.
Mercedes Marcó del Pont nunca tuvo aliados en el Gabinete Nacional. Desde hace dos años, cuando la economista desarrollista acercó una reforma bancaria “dibujada” por la Asociación de Bancos de capital nacional (ADEBA), la Presidente de la Nación comenzó a considerar a su colaboradora una “vendida”. Fue allí que Mercedes perdió todas las posibilidades de que su nombramiento fuera enviado al Congreso.
La duda que queda es la siguiente: ¿la política monetaria que ella aplicó los últimos meses respondió a una orden de Cristina Fernández o fue sólo un plan personal? No importa. Las reservas siguieron evaporándose y lo seguirán haciendo en 2014. Por eso, su premio es volver a un mundo de donde nunca debería haber salido. El cargo siempre la quedó grande a Mercedes Marcó del Pont, tasl como le queda grande a Juan Carlos Fábrega, pero las consecuencias las pagamos y pagaremos nosotros.
Las urnas en Chubut sellaron la muerte política de Norberto Yahuar. Que Cristina Fernández haya elegido al actual titular del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Carlos Casamiquela, quizás implique el primer reconocimiento público de la Presidente de la Nación de que se necesita un técnico para solucionar el descontrol que el renunciado Yahuar y el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, han causado en el sector.
¿Alcanzará? Si los precios de los productos que exporta la Argentina no suben los próximos 2 años, tal como esperan los especialistas, sus minutos están contados.
Quién se merece un párrafo final es el mismísimo Guillermo Moreno, quien ha sobrevivido a 100.000 rumores, 1.000 operaciones y 100 anuncios de renuncia. Él seguirá al frente de la Secretaría de Comercio Interior, salvo que su ex amigo, Axel Kicillof, le quite funciones. Sin embargo, eso es raro que pase. Ambos se respetan y tratan de no avanzar uno sobre el otro. Algo que le es muy útil a Cristina Fernández.
Una pregunta final: ¿A quién responderá Juan Carlos Fábrega, el obediente? ¿A Axel Kicillof, a Guillermo Moreno o a Cristina Fernández? No es menor tratar de saber quién controlará el Banco Central. Pero es casi seguro que la Presidente de la Nación aplicará un mix: el ministro de Economía ordenará todos los desdoblamientos de cambio que se le ocurran, el secretario de Comercio Interior coordinará las acciones policíacas contra el mercado y operadores cambiarios.
Así, quizás, a partir de ahora, tendremos lo peor de lo que hemos vivido los últimos 2 años. Una fórmula perfecta para crear una crisis de proporciones. A prepararse.
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