Legislatura Hoy

Leyes y políticas

La conmovedora carta de un hombre que perdió a su esposa en los atentados en París

«No tendrán mi odio» escribió el periodista Antoine Leiris después de la muerte de su mujer Hélène Muyal y miles compartieron sus palabras.

El viernes, ustedes me robaron la vida de un ser excepcional, el amor de mi vida, la madre de mi hijo, pero no tendrán mi odio», escribió el marido de una de las víctimas de los atentados de París que no sale de su asombro por la repercusión mundial que tuvo su carta abierta a los yihadistas en las redes sociales.

La misiva del periodista Antoine Leiris a los asesinos de su esposa Hélène Muyal , publicada el 16 de noviembre, ya había sido compartida más de 210.000 veces en Facebook en francés y se hizo viral en Twitter en todos los idiomas.

«Descubrí lo que había pasado cuando comencé a recibir mensajes del mundo entero de gente conmovida por mi texto», dijo Leiris, cronista de Radio Bleue de París, padre de un un pequeño que quedó huérfano a los 17 meses.

«Creo que es la mejor respuesta que podría darles, no tendrán lo que buscaban», agregó el francés en declaraciones a la emisora France Info. «Seguiré escuchando música, saliendo y viviendo, porque no quiero que mi hijo crezca en el odio, la violencia o el resentimiento», explicó.

«Si él crece en medio de todo eso -agregó el autor de la carta-, se convertirá exactamente en lo que ellos se convirtieron, en gente ciega y violenta, que prefiere atajos a los caminos más complejos de la reflexión, la razón y la cultura».

En la carta abierta, su autor dice a los extremistas que mataron a su mujer y a otras 88 personas en el teatro Le Bataclan, abriendo fuego con armas de guerra contra el público indefenso: «Si ese dios por el cual ustedes matan ciegamente nos hizo a su imagen y semejanza, cada bala en el cuerpo de mi mujer habrá sido una herida en su corazón».

La carta completa:

“No tendrán mi odio. El viernes por la noche robaron la vida de un ser excepcional, el amor de mi vida, la madre de mi hijo, pero no obtendrán mi odio. No sé quiénes son ni lo quiero saber, son almas muertas. Si ese Dios por el que matan nos ha hecho a su imagen, cada bala en el cuerpo de mi mujer habrá sido una herida en su corazón.

No les haré el regalo de odiarlos. Ustedes lo habrán buscado y sin embargo responder a su odio con mi cólera sería ceder a la misma ignorancia que ha hecho de ustedes lo que son. Ustedes quieren que yo tenga miedo, que mire a mis conciudadanos con desconfianza, que sacrifique mi libertad por la seguridad. Han perdido.

La he visto esta mañana. Por fin, después de noches y de días de espera. Estaba tan hermosa como cuando se marchó el viernes por la noche, tan hermosa como cuando me enamoré perdidamente de ella hace más de 12 años. Por supuesto que estoy devastado por el dolor, les concedo esta pequeña victoria, pero durará poco. Yo sé que ella nos acompañará cada día y que nos reencontraremos en ese paraíso de las almas libres al que no accederán jamás.

Somos dos, mi hijo y yo, pero somos más fuertes que todos los ejércitos del mundo. No tengo más tiempo para dedicarles, debo reunirme con Melvil, que se despierta de su siesta. Tiene 17 meses apenas, va a tomar su merienda como todos los días, después vamos a jugar como todos los días, y durante toda su vida este niño les hará la ofensa de ser feliz y libre. No, tampoco tendrán su odio”.

Fuente: Los Andes

Debes estar conectado para publicar un comentario.