El ministro de Planificación encargó a una consultora española que planifique la construcción de otras dos terminales de gas licuado. Apuesta a ir reemplazando las importaciones de gasoil por el fluído, para ahorrar unos u$s 600 millones y así bajar el déficit energético, que ya impacta en la balanza comercial. Los proyectos en danza.
Enarsa contrató con una consultora española especializada en la comercialización de gas natural licuado (LNG, por sus siglas en inglés) un estudio para determinar la viabilidad económica de la construcción de dos nuevas terminales de regasificación para satisfacer la demanda del hidrocarburo de las centrales eléctricas. En rigor, la iniciativa de la empresa estatal de energía apunta a reemplazar el consumo de gasoil –uno de los derivados más caros del petróleo- por el fluido.
Según cálculos iniciales que manejan en la compañía presidida por Exequiel Espinosa, la utilización de LNG en usinas generaría un ahorro del 35% del gasto que demanda la importación de diesel.
Este año por el crecimiento sostenido del consumo eléctrico –que se expandió un 7%- y la caída de la producción local de gas, el Gobierno se vio obligado a importar 1,6 millones de toneladas (Tn) de gasoil para quemar en el parque termoeléctrico. El precio internacional del combustible ronda los US$ 1.000 por Tn (o 22 dólares por millón de BTU). Es decir que, en total, el Tesoro destinará cerca de US$ 1.600 millones para traer el combustible desde el exterior. La operación tiene ribetes aún más problemáticos: como el Gobierno mantiene su decisión de no permitir aumentos de las boletas residenciales de electricidad, por tarifas sólo se recauda un 15% de esa cantidad. El resto, algo más de 1.400 millones, son anotadas como pérdidas del Estado (con el consiguiente deterioro de la balanza comercial y de las cuentas públicas).
Para reducir la fuga de divisas, el Ministerio de Planificación, que dirige Julio De Vido, solicitó a Enarsa la construcción de dos nuevas terminales de LNG en Bahía Blanca. Es que el costo del gas que llega por barco asciende, como mucho, hasta los 14 dólares por millón de BTU, un 35% más barato que el gasoil. “El objetivo es que las plantas estén listas a mediados del año que viene, operativas en época invernal, que es cuando más gas se consume en hogares”, explicaron desde la Secretaría de Energía, que tiene a su cargo la evaluación técnica del proyecto.
Los proyectos en danza
Una de las nuevas plantas estará emplazada en Puerto Cuatreros, al norte de la localidad bahiense y está siendo estudiada por YPF, que fue la encargada de construir la terminal de regasificación de Escobar (inaugurada en mayo de este año). “La petrolera está analizando la iniciativa desde un punto de vista técnico. En unos meses se decidirá la viabilidad del emprendimiento”, precisaron allegados al proyecto.
La otra planta también estaría radicada en la zona y formaría parte de un emprendimiento conjunto con la venezolana PDVSA. A su vez, Enarsa participará de la construcción de una planta para procesar 10 MMm3/d de LNG en Uruguay. “Se está definiendo la locación de la unidad, que será financiada también por Ancal, la petrolera estatal uruguaya”, indicaron fuentes de Energía.
Mientras tanto, desde Enarsa esperan avanzar con el proyecto que comparte con Qatar Gas –el mayor exportador de LNG a nivel mundial- para instalar otra planta de LNG en las costas de la provincia de Río Negro. “El gas licuado es una solución temporal para paliar el crecimiento de la demanda de gas, frente a la declinación de la oferta local. A largo plazo, confiamos en que se concreten descubrimientos nacionales que eleven la producción gasífera”, comentaron allegados a Enarsa.
Según el cronograma trazado por Enarsa, al menos una de las plantas que están en carpeta podría entrar en funcionamiento a mediados de 2012. El objetivo de máximo es ir reduciendo, gradualmente, la importación de gasoil para las usinas eléctricas.
“Creemos que en un período de dos años podemos ahorrar cerca de US$ 500 millones si utilizamos el fluido en lugar de diesel”, cuantificaron las fuentes consultadas, que incluso dejaron entrever la posibilidad de construir pequeñas terminales regasificadoras de LNG para abastecer a centrales térmicas de menor envergadura (hoy todas funcionan con gasoil).
Las plantas activas
Enarsa empezó a importar barcos con LNG en 2008 y apenas tres años después tiene a su cargo el suministro del 15% del gas que se consume en el país y el control de un negocio millonario.
En la actualidad las plantas de Bahía Blanca y de Escobar pueden inyectar, en conjunto, hasta 29,5 millones de metros cúbicos diarios (MMm3/día) de gas en el sistema. Sin embargo, por cuestiones técnicas y logísticas, la gasificación media de GNL ronda los 20 MMm3/día.
La terminal de Bahía Blanca, emplazada sobre el muelle de la empresa Mega, puede procesar 140.000 m3 de GNL, que tras el proceso de regasificación que lleva adelante la empresa Excelerate –que consume un pequeño porcentaje del producto- se convierten en algo más de 80 MMm3 del fluido. Su capacidad de producción, en tanto, asciende a 12,5 MMm3/día.
A su vez, la unidad de Escobar –construida por YPF, que comparte la propiedad en partes iguales con la empresa estatal- puede procesar hasta 151.000 m3 de GNL, es decir, un 8% más que la del sur bonaerense. Y puede inyectar hasta 17 MMm3/día de gas.