Legislatura Hoy

Leyes y políticas

Un gabinete que confirma a Cristina como eje de todas las decisiones

La Presidenta decidió mantener atomizada la conducción económica, pese a la mala experiencia de la corrida del dólar. Hernán Lorenzino surge como un ministro liviano frente a la permanencia de Moreno y De Vido. Su designación alimenta las versiones de regreso a los mercados de deuda. Abal Medina en la jefatura de Gabinete refuerza el recambio generacional que impulsa el cristinismo.

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Por Ignacio Fidanza  |  06.12.2011 19:54:00
Cristina eligió repetirse. Hay que reconocer que mal no le ha ido, de manera que su comportamiento no deja de contener una alta dosis de racionalidad. ¿Para qué cambiar después de ganar una elección por el margen más abultado de la historia? Esa es acaso la lógica que explica la designación de Hernán Lorenzino en Economía.

La promoción del secretario de Finanzas, más allá de revelar que la relación de la Presidenta con Amado Boudou –impulsor de Lorenzino- no está tan averiada como sostuvo cierta prensa estas semanas, entraña un mensaje más profundo. Revela que Cristina eligió continuar con un modelo de conducción atomizada de la economía, pese a que en la reciente crisis de la corrida del dólar reveló sus inconsistencias.

Lorenzino tiene menos peso político que Boudou. Y tampoco es una eminencia desde lo técnico. Abogado, con un master en la Universidad Di Tella, surge como un ministro liviano frente a figuras muy fuertes como Julio de Vido y Guillermo Moreno, por demás gravitantes en el área económica.

Su designación si es una señal a los mercados. No es inocuo que Cristina Kirchner haya elegido al secretario de Finanzas para conducir el Palacio de Hacienda. Alimenta las versiones de un futuro acuerdo con el Club de Paris y el consecuente regreso a los mercados de deuda internacionales. Un buen lugar para buscar los dólares que en el gobierno ya sabe que les faltarán en el 2012.

¿Kicillof a Economía?

Despejada la duda sobre el ministro de Economía, resta conocer quien ocupará el cargo de viceministro que deja Roberto Felleti y quien será el proximo secretario de Finanzas. Llamó la atención que en un próximo seminario del Ministerio de Economía con el Banco Mundial apareciera como conferencista Axel Kicillof, que por ahora no tiene cargos en el Palacio de Hacienda.

Cristina elige así mantener un mosaico de funcionarios económicos, a los que habría que sumar a Mercedes Marcó del Pont y Débora Giorgi, que convergen en su despacho. Esto desalienta la idea de un plan integral para combatir la inflación y los crecientes déficit y va en línea con el pragmatismo del día a día, en el que se sienten cómodos los Kirchner.

Métos y renovaciones

Un capítulo aparte merece la exquisita perversidad con que Cristina manejó el suspenso de su nuevo gabinete. Alargó los tiempos del anuncio y mantuvo un cerrado hermetismo, lo que disparó una feria de vanidades y juegos de posicionamiento entre sus funcionarios. Expuso sus ambiciones y debilidades y terminó el día elogiando al único funcionario que se encargó de filtrar que su ciclo en el poder estaba terminado.

Como una emperatriz china instauró un retorcido sistema de mando en el que aquellos que tienen ambiciones aparecen como una amenaza al brillo excluyente del emperador, pero los que no las tienen terminan sepultados por la dinámica letal de la Corte.

Como sea, la designación de Lorenzino muestra un hilo conductor con la otra gran novedad: Juan Manuel Abal Medina como jefe de Gabinete. Se trata de una profundización del recambio generacional que Cristina le está imprimiendo a las estructuras de poder, a veces de manera implacable como hizo en la Legislatura bonaerense.

Per se, la juventud no es garantía de nada -acaso de inexperiencia y frescura-, pero si parece un valor, hacer el esfuerzo de renovar estructuras políticas anquilosadas, como es una parte del PJ bonaerense. Lo malo conocido es eso, malo y conocido. Vale entonces apostar por un cambio.

El arribo de Juan Manuel Abal Medina a la jefatura de Gabinete es en ese marco, un interesante salto de calidad frente a la oscura gestión de Aníbal Fernández, que no por casualidad se conecta con los peores vicios de ese duhaldismo residual, que Cristina está terminando de barrer en la provincia.

Pero una cosa es la política y otra muy distinta la conducción técnica del área económica, en un mundo cada vez más complejo e interrelacionado, como revela la actual crisis global que se inició en el 2008 en Estados Unidos y ahora tiene a maltraer a Europa. La crisis muta, las “soluciones” para sus problemas crean acaso otros más graves y sería ingenuo pensar que permaneceremos al margen.

El 2012 será el año en el que Cristina enfrentará su primer ajuste y eligió hacerlo sin un ministro que coordine el área y sea a la vez fusible de las decisiones más impopulares.

La Política Online

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